Ésta anécdota la contaba el desaparecido artista dominicano Luisito Martí: Decía que una tarde entró a una tienda de zapatos en el Alto Manhattan (Nueva York), donde escogió dos pares de zapatos cómodos que le gustaron, e inmediatamente se dirigió a la caja para pagarlos. Cuando preguntó por el precio la cajera le dijo que no tenía que pagar nada porque esos zapatos eran un regalo del dueño de la tienda, quien era dominicano.
Sorprendido
por el regalo, Luisito le dijo a la cajera que deseaba conocer el dueño para
saludarlo y darle las gracias. La empleada llamó por teléfono al propietario de
la tienda de calzados, quien salió de la oficina, dirigiéndose hacia Luisito
Martí. Después de expresarle las gracias e intercambiar saludos, Martí le
preguntó: ¿Por qué usted decidió regalarme los dos pares de zapatos?
La
explicación que el empresario le ofreció fue la siguiente:
"Cuando
yo tenía 12 añitos usted fue con Jhonny Ventura a tocar una fiesta en mi barrio
de Santiago. A mi me encantaban sus merengues, deseaba conocerlo personalmente,
y verle cantar. Como yo era un niño pobre y no tenía dinero para pagar la entrada
a la fiesta, lo que hice fue que entré subiéndome por las paredes del patio,
con tan mala suerte que fui visto y detenido por dos guardianes de seguridad,
quienes me amenazaron con meterme preso. Yo asustado le dije que usted (Luisito
Martí) era mi tío y que yo quería saludarlo. Procedieron a llevarme ante usted
para comprobar la veracidad de lo que le había dicho, del parentesco familiar.
Cuando a usted le preguntaron, delante de mi, que si era verdad que usted era
mi tío, usted lo que hizo fue abrazarme y decirme: ¡Mi sobrino, qué placer
verte, cuánto tiempo que no te veía! gracias por venir a mi fiesta; luego
ordenó que me sentaran en una mesa cerca de la tarima y que me brindaran
refrescos y comida, todo lo que yo quisiera. Desde ese día usted me robó el
corazón"
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