Dice, que no existe afrodisiaco más efectivo que el poder y que por eso la mayoría de las mujeres caen rendidas ante los hombres de poder.
El poder siempre ha estado unido a la mujer, durante siglos. Es que la superioridad de los hombres de poder frente a otros que se califican como “simples mortales”, auspicia la proliferación de amantes, quienes con tal de estar al lado de hombres “importantes” aceptan no solo esa condición, sino algunas veces, hasta maltratos, involucrándose en relaciones tóxicas en las que el poder y el dinero relativiza todo lo demás”, expone.
El poder e influencia de la mujer como amante del hombre de poder está… en la cama. Esa disposición de la mujer de hacer caer al hombre en ese juego de la seducción, donde utiliza sus encantos de manera eficiente y óptima para dar placer, termina por aprisionar física y sexualmente a su pareja. El hombre cae “enloquecido” en la relación, y para pagar esos momentos “tan dulces”, hace a la mujer parte de su entorno de poder”.
Concluye, revelando que parte de los funcionarios, a todos los niveles y de todos los gobiernos, están pagando favores sexuales con los recursos públicos.
“El que quiera tener amantes que las tenga, pero que las mantenga de sus bolsillos y no de los fondos del Estado. Mientras, las “chapiadoras del erario público” se están convirtiendo, en nuestro país, en una nueva pandemia”.
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