El pasado 8 de mayo, la Armada estadounidense inauguró el USS Miguel Keith, una base móvil expedicionaria de unos 240 metros de largo y cuya construcción costó 525 millones de dólares. El Pentágono ya confirmó que el primer destino del nuevo navío será la isla Saipán, en las Islas Marianas del Norte, situadas en el océano Pacífico.
Miguel Keith es un barco modular semisumergible y flexible con capacidad de realizar movimientos logísticos a gran escala, participar en combates, servir como puesto de mando e incluso como puerto flotante. El buque puede albergar a un centenar de marinos y 44 civiles, además de ser lo suficientemente grande como para transportar las aeronaves de mayor tamaño de la Marina.
"El nuevo barco permite a EE.UU. establecer una base marítima en casi cualquier parte del mundo sin necesidad de puertos e infraestructuras terrestres" y puede mantenerse "en altamar en ubicaciones impredecibles", explicó Timothy Heath, experto en seguridad del centro de estudios Rand.
Durante la ceremonia inaugural, el almirante Craig Faller, del Comando Sur de EE.UU., declaró que la nave podría desplegarse por lugares como el Caribe, el mar de la China Meridional o el estrecho de Ormuz. "El Partido Comunista Chino, con su insidiosa y corrupta influencia, busca el dominio mundial e imponer su visión del orden internacional", dijo Faller, asegurando que su tripulación está lista para luchar contra todas las "amenazas".
Por su parte, Collin Koh, investigador de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur, resaltó que, dadas las capacidades de la plataforma, es probable que China la vea como "un desafío directo a su apuesta por el control del mar de la China Meridional".
"Tal despliegue podría significar potencialmente mayores posibilidades de encuentros entre las fuerzas chinas y estadounidenses que operan en el área", dijo y agregó que la presencia del USS Miguel Keith en Asia y el Pacífico podría incluso causar desconfianza en otros países de la región.
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